martes, 21 de abril de 2009

UN CHISTE

Tres personas llegan a la puerta del Paraiso, y tropiezan con la muy improbable situación, que el propio San Pedro expone, de que... se han vendido más accesos que posibles candidatos; que, en suma, hay... "overbooking" en el Cielo¡¡¡

San Pedro, aburrido al fin de incontables siglos de guardia en ese acceso, ha conseguido de Dios, en sus tres personas distintas (imagínese el papeleo) autorización para granjear el paso a aquél que cuente la mejor historia sobre su muerte, y para evitar adornos falsos, escucha a cada candidato en una caseta aparte, aislada.

El primero relata:

"San Pedro, mi historia no tiene parangón posible, y seguro que seré el seleccionado (-Veamos, hijo-)":

8 de enero, 8.05 de la mañana, en el garaje de mi casa advierto que he dejado en casa las llaves del coche, y vuelvo a subir al piso catorce.
Encuentro a mi esposa desnuda. Nunca la había visto así en diez años de casados, es muy puritana, e incluso concebimos a oscuras y con ropa de cama a nuestros hijos, los dos de campamento.
Grito como poseso, busco al amante bajo la cama, tras la cortina de la bañera, en el cuarto de invitados, y cuando a punto estoy de creerme la memez esa que esgrime acerca de una gimnasia sueca que sigue por la tele y se hace en cueros... dirijo la vista al alfeizar de la ventana, donde se apoyan ocho puntas de ocho dedos.
Sin pensarlo, agarro el bate de baseball, y arreo al colgante en la cabeza, y al asomarme quedo preso de la ira, porque unos arbustos, catorce pisos más abajo, han amortiguado la caida, y el hijo de su madre aún se mueve.
En la cocina agarro el frigorífico y lo tiro por la maldita ventana para rematarlo, con la mala fortuna de que el ojal de la chaqueta se engancha en el asa, y... caigo detrás, muriendo"

San Pedro, impresionado, lleva a la caseta al segundo candidato, advirtiéndole de que tras lo escuchado, pocas o ninguna posiblilidad le resta. Socarronamente, el candidato comienza:

"Ya. Pero verás, San Pedro, es que mi historia, realmente, no tiene comparación (-San Pedro mira con dudas-).
8 de enero, 8.00 de la mañana: estoy limpiando en un andamio los cristales de un rascacielos. Una eslinga se rompe con un latigazo, y comienzo a caer convencido de mi propia muerte, hasta que, a la altura del piso catorce, hallo una ventana abierta, a la que me agarro.
Elevo mis ojos al cielo para dar gracias a Dios, y lo que veo es un bate que golpea seca y sonoramente mi craneo, precipitándome a una nueva caida.
Creo seguro el fin, pero unos providenciales arbustos me salvan amortiguando el golpe, y al volver de nuevo mis ojos al cielo para, de nuevo, agradecer mi suerte...
ME APLASTA UN FRIGORÍFICO¡¡¡"

San Pedro, aún a sabiendas de lo difícil de que esa historia sea superada, y advirtiéndolo al tercer candidato, le lleva aparte y se dispone a oir la suya:

"San Pedro, mi historia no puede batirse, es sin duda la más original, llamativa y extraña (-San Pedro, ya estoico, escucha-): Escucha esto. 8 de enero, 8.07 de la mañana...

ESTOY EN PELOTAS EN UN FRIGORÍFICO¡¡¡¡¡"

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