martes, 21 de abril de 2009

LA SUERTE

Estoy tentado de atribuir mi situación a la mala suerte.

Puede que me equivoque en las premisas, pero si soy útil, hago todo lo posible, y tengo el objetivo claro, y es un objetivo generoso, o no hay director de la trascendencia, o no sigue criterios racionaes, luego en ambos casos me veo reconducido a la... suerte.

A diferencia del débil que busca excusas, a mi todo esto me divierte. Por decirlo así, prolonga una partida ganada de antemano, incluso más allá aún de haber entendido que nada había que ganar, que nada era todo, y que la bondad y el amor se siguen por instinto, no por la búsqueda de una recompensa, trascendente o no.

Aprendo en esta última aventura, a través de sus extremos altibajos, que es el objetivo el que nos destruye, no el que nos completa. Aún no he resuelto lo que se refiere a los que de uno dependen, y temo que no tiene solución no traumática, pero si no fuera por ese obstáculo, hace tiempo que habría terminado el camino.

Me pongo a beber vino malo esta noche en un intento casi pueril de mandarme a la cama castigado, pero son muchos los fantasmas que espantan mi sueño, y no se si lo suficientemente tontos, al menos todos ellos, como para dejarse engañar por el truco. El peso de los amigos que no lo son, de los que si y no llegan y acabo espantándoles, de los amores que sufren el daño que les hago, de la debilidad que me hace esconderme, de la fortaleza que no me sirve, de lo inútil de la experiencia que me hace cambiar, pero sin mejor resultado, el peso, en suma, de la desesperación que me hace volverme, tras un correcto planteamiento, a supersticiones que siempre he despreciado, como bálsamo y como agarradera, aún a pesar del mal resultado que hasta ahora me han dado las "muletas", y de la seguridad clara acerca de que no hay ángeles ni demonios a los que responsabiizar del resultado del ejercicio de nuestro albedrio.

Aún así, y como un escolar aplicado que sigue el libro y se encomienda antes del examen, por la importancia de la prueba y por el fracaso en otras anteriores, me planteo si no seré un tipo con poca suerte...

UN MOMENTO, YA LO SE...¡¡¡ Tengo, en lo que se que me importa, la suerte que pocos tienen: el amor de mujer e hijos, y aún de una familia. Echo de menos a los amigos, pero además de reconocer mi mala gestión, su falta no hace resultar un mal porcentaje... Claro, pero es que precisamente eso, como dije antes, es el obstáculo a la plena renuncia, que ya tengo por camino seguro a mi objetivo de no tener objetivo. Acepto el altruismo como argumento alternativo, pero entonces me doy de narices con esa mala suerte o situación irracional, o consecuencia de mi ceguera (al fin qué más da...) que les coloca en riesgo¡¡¡ Ahí termina lo divertido de que las cosas no respondan al esquema de nadie, ni al de los demás, ni al de no tener esquema.

He pensado en ese esquema tan socorrido del seguro de vida, pero me parece de pésimo gusto imponer a mis deudos una negociación como esa, además de que, creo, mi capacidad de tener sexo se vería seria e irremediablemente disminuida.

En fin, parece que a esta hora de esta noche aún no tengo la respuesta.

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