domingo, 19 de junio de 2011

Indignados

Vivo en el centro de Madrid, en la acera de enfrente del Palacio Real. Es un "privilegio", según se mire, o un anuncio de la ONCE ("cada día un numerito"), y en todo caso una opción vital, porque quien elige ese domicilio condiciona amplísimamente su cotidianeidad.

Entre otras, aún el más recalcitrante y celoso profesional del ejercicio del propio derecho contra viento y marea aprende a dosificarse cuando vive aquí, y aún, si tiene dos dedos, a intentar sacar de cada pérdida un beneficio, de cada privación de la libertad ambulatoria un contacto con ideas ajenas, aún para identificarlas como destructibles; de cada sorpresa que imposibilita un plan, la contemplación de quienes han hecho suya la calle donde desemboca tu garaje (hasta aquí, bien, tiene uno coche para pasar por encima...) y de la extraña relación "noKelseniana" (iba a decir "noMendeliana", en que estaría pensando) que desarrollan con los teóricos agentes de la Fuerza que monopoliza el Poder Legítimo, lección y prueba del 9 de que el Poder sirve para mantenerse en el Poder, y de que el princeps sigue a legibus solutus, aunque por desgracia para él, no para ejercer el derecho de pernada, sino sólo para evitar salir en los papeles haciendo algo tan terrible como imponer el cumplimiento de la Ley, que como es para todos de ver, es un problema, y además de la clase de los que han de evitarse...

Ya mandé un comentario cuando estos sujetos acamparon, que alguien tuvo la amabilidad de resumir, aunque todavía no entiendo porqué.

Ahora desacampan, y exhiben una burda versión del ejercito sin forma de suntzu, de la célula maoista, en fin, de la vía de acceso al Poder que constata desde el inicio que no es legítima (no es mayoritaria), y pese a ello se postula como tantos otros actores de ese teatro, con la esperanza de sacar de su minoría el mayor provecho posible, lo que (no se olvide) acarrea privar de ese mayor provecho a quien tiene mejor derecho, y admitir desde el primer momento que sólo se acepta el juego por que sus reglas nos benefician como jugadores más débiles. Se trata de no presentar forma definida.

Aunque para suntzu, la indefinición es herramientea de eficacia, como las querrillas españolas demostraron, mientras que para estos, me temo, es sólo ausencia de una idea mejor.

Bien.

Contemplo el devenir, y barrunto desde el primer día que el tema se va al carajo cuando haya un incidente de violencia, cuando aflore que un partido político es la fuerza de apoyo, inicial o sobrevenida, del asunto, o cuando termine el motivo de que no corran a palos al personal, a saber, cuando las elecciones se celebrasen y Rubalcaba no tuviese ya que preocuparse de la presencia de los medios.
Y parece que antes o a la vez que yo y que Rubalcaba, lo han comprendido los acampados, que han ido aligerándose cuando han visto las barbas del vecino pelar.

Conste que hablo de Madrid, no de Barcelona, que allí hay más lecturas, aunque más viejunas, ya manidas.

Acabado el asunto (porque, no se engañe, el asunto está acabado), queda su autopsia, y en ella, si físicamente pudiera darse, temo que aparecería un aborto. Me explico.

Reconvertido en Gin Cocktail Bar, como todos los bares ahora, el irlandés St. Patricks es cuartel general de mis huestes desde tiempo inmemorial: el aparcacoches sabe que me tiene que dejar bien aparcado porque de ahí voy a casa de mis padres a comer; el camareramen pone pintas de Murphy´s y aros de cebolla (imbatibles) casi sin guiñarles, y la decoración invita a dejarse caer en invierno y verano para explicar a mis dos hijos parlantes (pronto habrá otro interlocutor , seguramente igual o más voraz, agresivo, peligroso, que esos, que es el tercero, infante...) cosas que les interesan paro no acaban de comprender.

Suele ser objeto corriente la palabra "meta": desde que me niego a responder a si algo está bien o no, o es o no útil, e insisto en que de los demás sólo han de admitirse hechos contrastados, mientras que el contraste de los que vayamos necesitando y la formación de opiniones es tarea personal,es frecuente que acabemos hablando, p. ej., del "metalenguaje" en lugar de del "lenguaje".

Leyendo chistes de economistas que no entendían en internet, via el iPod de la niña, el mayor se ha aferrado a la idea de que la economía coomo disciplina es una basura y no sirve de nada, a la vista del resultado que los consejos de los asesores de Zapatero han generado, lo que precisa ya que recuerda el general descojono de nuestro entorno cuando al pobre analfabeto lo pillaron asumiendo que no podía distinguir entre progresivo y regresivo en los efectos tributarios...

Según el chaval, los asesores no podían compensar la iliteración porque ellos mismos no son útiles, esto es, no generan valor añadido. Sirven para reseñar la historia y para analizar la antigua, pero al generar modelos analíticos sin contraste empírico, sus resultados son casi siempre erroneos y, lo que es peor, coincidentes con una ideología, propia o de titularidad de quien encargó el dictamen remunerado... La contaminación ideológica, para él, era insalvable; para mi, eso no privaba de valor a la ciencia económica, siempre que la usáramos bajo el tamiz de nuestra persistente duda.

Y ahí, el "meta" que nos lleva a los "indignados" o a los "libritos" que últimamente proliferan al uso.

El error es considerar que estamos en presencia de un movimiento político, como se equivoca el político al confiar en que el informe que encarga es técnico. Este encuentra que ha comprado lo que quería y no lo que necesitaba (que por cierto no hubiera aceptado ni pagado).

El que vea esto como movimiento político es porque quería un tercer partido y no se atrevía a montarlo, conviviendo con el íntimo y cotidiano asco por haber apoyado, por acción u omisión, a esos dos que hoy evidencian que sus ideologías son sólo un color en un pañuelo, y que su interés en servir al pueblo hace tiempo que es ancilar del que tienen por llegar al Poder (Lógico: cómo voy a servir al pueblo según mis ideas si no he ganado las elecciones? De ahí que ganar, o depués de haber ganado, no perder, sean el objetivo principal, y luego venga el ejercicio de ese Poder en uno u otro sentido. Claro que eso no llega a pasar, por que el ritmo de las cosas siempre deja para después lo importante)

Estos sujetos no son una solución, ya que no tienen propuesta que les sustente, fuera de paridas puntuales y eslóganes pancarteros que a buen seguro ni son compartidos por todos ellos. No son, lo siento hijos, amigos, una solución, sino un "meta" más ("metalenguaje": hablar sobre el lenguaje; "metaliteratura": escribir sobre el proceso de la escritura...): son sólo la expresión de un problema aglutinada por el desesperado reconocimiento de que no se conoce su solución, y de que al fin los políticos han vencido al escudarse en el "es lo que hay" del que habla Mario Conde en su blog: o eres uno de ellos, o sufres su presencia.

La prueba del nueve (insisto) es que cuando por fin acaece el fenómeno marxista de la "toma de conciencia", el colectivo se aglutina, si, pero no forma "clase" (ni nueva ni vieja) porque no presenta un frente sustentado por una solución concreta, por basta que sea ("muera el Capital"...), limitándose a exhibir patéticamente su miseria ideológica, su infantilismo, su creencia en que si se empieza algo, se llegará a buen fin aún sin saber cómo ni porqué.

No hay más que verlos, temome. Contracultura de marca incompatible con la miseria; ideología de pancarta, incompatible con la lectura, pero también con la memoria que debería alertar de que esto ya pasó y no llevó a ningún sitio, más que a dar curriculum a quienes no lo tenían por estudio u oposición y competir con los que si en el arco parlamentario, a mayor sufrimiento de España...

"Progresivo o regresivo"... ¿Seguirá resonando el eco de la pregunta en los recovecos del monasterio monclovita?
¿Podrían responderla así, a bote pronto, los que se manifestaron hoy?

Eso sí, eran vecinos de mesa unos moteros con unas Fat Boy customizadas peloteramente (yo soy más de Vespa y Lambretta, y como no se montar en moto, pues de Jaguar o Aston Martin, pero inmediatamente hago migas con todo lo que me rodea si es lo suficientemente violento, y a razón de 30 o 40 mil la máquina, los veo hermanos...) y todos, pequeños y mayores, acabamos partidos de la risa con la conversación, para escándalo general. Con o sin tatuajes, de ruta 66 o Jazz Moderno, con 11, 14, 33, o 45 años, el que tiene ojos en la cara ve.

Y lo que se está viendo es un niño al que no le dieron un azote en el culo con tres años, y ahora busca a quién echar la culpa de no saber leer.