sábado, 15 de enero de 2011

STEPHANE HASSEL: "INDÍGNESÉ"

Libro de éxito, 30 páginas, autor nonagenario, crisis actual analizada éticamente...Googleesé, en fin, para contextualizar lo que sigue.


No estoy muy seguro de que desidia y desinterés sean lo mismo, y creo que la ficción que se nos vende de que llevamos una vida sana porque nada ha de importarnos es sólo la defensa del Sistema contra la única respuesta que yo conozco para dar sentido a la vida.

Somos esclavos de lo que queremos, por lo que debemos esforzarnos en abrir los ojos a lo que de verdad vale, para advertir entonces que casi nada vale, y que nada o casi nada ha de quererse.
La falacia del Sistema consiste en sustituir “vale” por “cuesta”, y confundir “querer” con “amar”.

1.- Se adocena el que se deja llevar por la senda fácil: si no quiero molestarme en analizar si determinada cosa “vale”, o aún peor, si temo que analizarlo me llevará a despreciarla, y ello a dejar de tener un signo que la mayoría reconoce como inseparable del status que deseo, sustituyo ese análisis por una discreta mirada a la etiqueta del precio.

Hay que reconocer que es muy tentador, porque amén del esfuerzo analítico ahorrado, y del beneficio en términos de imagen que reporta, suele ser cierto que lo mejor es lo más caro, y en los pocos casos en que no lo es, la compañía de los demás errados en la opción ayuda a difuminar mucho lo patente de la equivocación…

Lo malo es que esta opción nos deja en manos de otros, y huérfanos de criterio propio, renunciando en primer término a nuestra libertad, como bien jurídico social (dificil será volver a la originalidad cuando por causa de la universalización de esa postura no hay alternativas, sino sólo gamas más o menos caras de lo mismo; o las alternativas son inalcanzables, al producirse en los aledaños del tejido productivo, y con total ajenidad a los beneficios de la economía de escalas o la financiación…: no encontraremos más a la venta el papel de carta oloroso de nuestra infancia, la talla que “los otros” creen muy grande o muy pequeña, la camisa con un cierto puño, o un traje cortado a nuestro gusto, que no está de moda ahora)

En segundo término, y tras comprobar el daño social, se ha sufrido también un daño íntimo, porque se ha abdicado de la posibilidad de ir filtrando, reduciendo, aquilatando progresivamente lo que de verdad se quiere, aún hasta llegar a no querer nada, y se es por siempre esclavo de necesidades creadas por otros, de sus gustos, sus caprichos elevados a categoriá moral, o peor, de sus deseos de riqueza travestidos en imperativos de la moda, en requerimientos de la “higiene colectiva de las formas”.

2.- El segundo cataclismo es el que se origina al sustituir “amar” por “querer”.

Abandonada la esclavitud de las necesidades materiales, la vida se llena con el Amor a las personas. El tránsito en la construcción de ese Amor es complejo, porque implica acabar integrando , junto con el muy dichoso Amor por los que nos aman, el más dificil Amor por los que querríamos que nos amasen sin conseguirlo, el Amor por los que definitivamente no nos aman, y aún el Amor por los no conocidos, convertido en Amor con contenido y compromiso, y no sostenido como mera declaración de intenciones, o como colofón lógico de un planteamiento, sin sustento práctico alguno.

En este entorno, que he procurado sintetizar (una vez más, seguramente sin conseguirlo), la respuesta a las ignominias del Sistema se ve contaminada por las insidiae angustiarumque del Sistema mismo: el que buscó la “vida de los otros” para no arriesgarse al error, o para no sufrir el ostracismo, queda perplejo cada vez que ve a alguien triunfar, porque a él no le está permitido y más aún si ese alguien triunfa “pese a” y/o “precisamente por” haberse labrado su propio criterio.

El Sistema respondió pronto al dilema, y generó diferencias artificiales dentro del rebaño que contentasen a los más capaces con una cierta distinción…
El pobre se viste de marca blanca, y el rico, de marca dorada. Ambos son contemplados por el poderoso con una mezcla de distancia técnica y sorna.

Y así se cerraba el círculo, siempre que siguiera girando.

Pero detenido su movimiento (por cualesquiera causas, quede para otro momento la descripción y más aún la valoración de su “porqué”), los que están atrapados dentro no saben porqué sufren, ni tienen capacidad de dejar de sufrir, y da igual que sean ricos o pobres, siendo muy llamativos los ejemplos de los que otrora pasaban por “poderosísimos”, y que se han mostrado como simplemente “riquisimos” cuando se paró la rueda, que están aprendiendo la diferencia entre ambas condiciones al advertir que no son dueños de sus vidas ni de sus felicidades, ni aún de las fantasmagorías de felicidad que construyeron a través del recurso a ingentes sofisticaciones del escenario descrito, con objetos de consumo de precio estratosférico, diversiones sólo al alcance de Marajás en otros tiempos(…amigo, el Hotel es el mismo, pero tú no eres Marajá¡¡¡)

Al refinanciar la deuda de la constructora, y perder hasta la camisa, se ve que solo se tenía mucho y que ello sólo generaba miedo a perderlo y dolor cuando se perdía, pero en ningún caso felicidad o auténtico Poder, Peso Personal…el tamaño era pequeño, por más grande que fuera la casa.

Bueno, cada palo aguantará su vela, y aún alguno puede que se enderece para bien propio y ajeno.

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Mi duda se produce al otro lado, ya que la opción por el propio criterio, el abandono de las esclavitudes materiales, y la concentración de los esfuerzos en mejorarse a uno mismo para servir mejor a los demás, no ha sido (al menos en mi caso, y supongo que en el de la mayoría de los que intentan madurar con consciencia del proceso) una actitud felizmente aprendida en un monasterio tibetano, sino una consecuencia de la búsqueda de respuestas a situaciones que la “verdad de los otros” no daba, y de un dolor intenso que pudo anestesiarse pero preferí intentar curar.

En ese camino, no juzgar a los demás suele aprenderse pronto, y no cuesta mucho si se da valor igual a cero al del objetivo del comportamiento de los demás. Pronto se ven compañeros y conocidos desde una perspectiva distinta, y su aparente éxito consiste en llevar una vida miserable, trabajando aún más que antes de obtener la formación para implementar esos objetivos, y aún más que durante la obtención de la misma, para tener bienes que ni valen nada, ni pueden disfrutar por falta de tiempo o de energía, ya que esta se ha agotado trabajando para obtenerlos (excursus: la excepción es la de quien hace lo que le gusta, porque si hacerlo es en si mismo el fin, el asunto cuadra. En mi campo no conozco a ninguno).

A la vez, amarles significa sufrir por ellos, y no juzgarles, y aún en ocasiones dar un consejo…

Pero a nivel global, esta actitud, el Dao, puede privar al conjunto de seres amados que sufren y no saben qué hacer por falta de perspectiva, de la acción de los que si la tienen, porque no ven cuál sea el problema de que le embarguen a uno quince relojes, tres teles de 60 pulgadas, y un coche de chorrocientos caballos.

Igual de acabados están el socialismo y el comunismo que el modelo espiritual de Occidente. Es obvio que el libre mercado es el único entorno que nos protege, y que su constricción por el Poder siempre empeora las cosas; a cambio, la actitud de los que se benefician de sus efectos es tan débil que cualquier turbulencia les hace boquear como besugos, en ocasiones hasta la asfixia.

Y está su vida tan clamorosamente dirigida por terceros, a su vez igualmente ayunos de perspectiva y que utilizan su ferreo blindaje para dormitar y mantenerse en la mecánica de la lucha por mandar mientras los otros sufren; y tan absurdos los bienes que atesoran como fruto de su opción, al no ser ni “opción” ni “suya”, que podemos estar tentados de abandonarles a su suerte.

Los de fuera no comparten los objetivos de los de dentro, sean de los que giran en la rueda, sean de los que la han construido y llenado de “entes contribuyentes intercambiables” , pero pese a ello no deben caer en la tentación de no involucrarse, ya que traicionarían el único contenido de sus vidas, el que consideran “real”, frente al “ficticio” de “los otros”: el Amor.

Por tanto, y si en la segunda victoria del PSOE no tuve más remedio que aceptar que ya no había atentados por medio, y que era una victoria legítima, siendo pues que no había más opción que echarse al monte (y, como decía Forges de los Cuarenta de Ayete, vederlo por parcelas), creo ahora única postura responsable la de volver a ocuparme, analizar, y poner de mi parte lo que pueda para arrojar luz sobre esos que sufren y no saben cómo aliviarse.

Lejos de mi, por supuesto, dar ideas mias para que otros las tomen como propias, pero si que voy a dejar de levantarme de la mesa cuando se hable de política, y a aceptar los envites de los tontos de turno(*) recuperando la actitud de gastarme en contestar. No juzgo la validez del objetivo de los demás, y me limito a asumir que sufren , lo que en si mismo requiere de soluciones.

Creo que el “Indígnesé” contiene una reedición del eterno llamado a la participación activa de quienes pueden cambiar las cosas, la clásica invocación del tránsito a la “conciencia de clase” que en cada época histórica se dirigió a aquella que podía cambiar las cosas con su movilización (independientemente de que el cambio conseguido no fuera el pretendido, como es históricamente obvio…)

Igual soy muy optimista, pero la Burguesía de 1789 y el Proletariado de Octubre son hoy en dia el trasunto de los que (no se cómo denominarlos, ni quiero hacerlo) han optado por la lucidez, por su propio camino, y por esforzarse en objetivos que no dependen de otros ni pueden apreciarse por otros, ni se supone que deban gustar a otros, y que se sustentan en el íntimo convencimiento de que contribuyen a la mejora personal, tras un análisis riguroso a través de la meditación (Incluyo aquí la Oración, del tipo que sea, como vía que a la vez auxilie y sirva de guía a tales objetivos incorporando lo Trascendente, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones)como mejor herramienta para servir al Amor al prójimo.

La velocidad y universalidad alcanzadas en los medios disponibles para investigar y compartir información y conocimiento son el mejor argumento que tengo para defender mi afirmación de que esa clase existe y es la llamada a involucrarse para sacar a sus semejantes del atolladero en que se encuentran.

Ahora toca que se “indigne”¡¡¡¡

(*)especie que merece más palo porque sufre como los demás, pero trata de aliviarse con excusas fáciles, y con peligrosas imputaciones de responsabilidad a putas, negros, drogadictos, mujeres en general, extranjeros, “diferentes”, librepensadores, hombres que se peinen con la raya en el lado distinto que el suyo y niñas que no sean como su santa madre dijo que ha de ser la hembra… En fin que vierten su miedo sobre el que creen más débil, y que precisamente es el conjunto de los seres humanos que más amo en este mundo: los niños, los extranjeros que nos regalan su diferencia, los disidentes que nos regalan sus ideas, las putas alegres de la vida de todos, los que aún se peinan y afeitan a diario, y soportan que le tronchen la siesta al bebé o el sueño a todos esa horda de “diseñadores gráficos no ejercientes” que gastan la paga paterna con treinta años y se rien del trabajo de oficina …)
Uy, que me deslizo otra vez por los caminos de la violencia…

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