jueves, 5 de febrero de 2009

Rubicón

Este es el momento, lo se. No es otro momento, y parece una paradoja con la que cae, y más yéndose a la mierda ese proyecto, a su vez paradójico, tan aparentemente bueno con la que caía...

Capacidad de abstracción, perspectiva, ... qué más da.

No sabía la pasada madrugada si podría afrontar mis compromisos, ahora no se si creer que está próxima la ocasión de amputar del vocabulario el concepto de "necesidad".

No se si creerlo, y mi lado antisupersticioso se rebela. No se si operar en consecuencia, dada la inmediatez, y mi lado prudente se rebela.

No puedo acudir a la metafísica, pues si bien es cierto que no creo justo el resultado provisional de la partida que voy jugando, se de presente que no lo es el rumbo que toma, que más se parece a una lotería, por más que la juguemos muy, muy poquitos, que a la razonable remuneración del trabajo bien hecho... Ni merecía tan poco, ni he creido jamás que nadie merezca tanto. Eso me preocpa como problema..."mecánico", y se por experiencia que no es una preocupación méramente teórica.

En fin, querido quienquieraqueseasquemeleesyqueportantonoexistesportuinteressinoporminecesidaddedesahogarmeyenelexcesoporpuracasualidadysiacasoporcuriosidadmórbida, que ni mi esfuerzo ha debido malgastarse tanto (sobre todo por el perjuicio a los que lo hubieran aprovechado, no por mi egoismo, ya que creo haber disfrutado de la vida muy por encima de mis cartas) ni ahora es creible un resultado tan estratosférico; como mucho, por compensación, y ese mecanismo no opera ni en la dinámica prosáica de la vida, ni en las cuentas que hace el moralista...
En fin, digo, que siquiera como la venda antes del grano del miedoso, como el temor reverente del religioso, o como el mecanismo irracional del racionalista, valga este miedo nocturno al fracaso del que sólo uno responderá, o al éxito que se perfila como una ilusión peligrosa, de no cumplirse, para sobrevivir: temo y trato de que el riesgo que temo no me mate si deviene siniestro. Y bajo ese volcán, aprovecho para ver muchas cosas desde una perspectiva nueva, que me enriquezca incluso si el paraguas no llega a tapar ninguna lluvia.

Si he estado antes en una encrucijada más crítica, seguro que sería por la diferencia entre los caminos a elegir, no por el riesgo para el equipaje. Miedo, por falta de libertad; o más bien por responsabilidad, ya que las cargas las he elegido yo, no me las han impuesto.

¿O si? ¿Habré dejado que la presión constante altere mi elección para no sufrir, en lugar de para continuar, sin darme cuenta? Se imponen pruebas, pero..¿Cómo sin caer en la irresponsabilidad ni en el daño absurdo?

A lo mejor iluminan las lecturas de esta noche: el S. XVIII arrasado por el S. XIX, pero sin sustrato material, sino como puro fenómeno mecánico de la naturaleza: el romanticismo que impone la pasión por los vañores- tan cristiana-, tropieza con los estudios, inicialmente arquelógicos, luego históricos, y al fin sociológicos y filosóficos, del Oriente a manos alemanas, demostrando que el Espíritu Germánico contiene el desarrollo y la destrucción (qué idea más romántica...), y aportando un sentimiento de santidad moderna que participa de la bondad natural, del entorno de alteridad que proporciona su único sentido, y de la lucidez y perspectiva que iluninan al que intenta actuar éticamente en la realidad, en la actualidad, en la individualidad, en la crítica, en el conocimiento, en la responsabilidad, en la libertad...

El asceta actual, que desprecia lo que no quiere después de demostrar que puede tenerlo, y que no lo enjuicia, admitiendo que para otros puede ser bueno, y por último, no renuncia a la felicidad, sino que toma lo anterior como camino en lugar de como precio.

Ese quiero ser yo. Quizá ese sea el superhombre, pero no os preocupéis: si va de veras, no le importa ni a él ni a mi...

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